Quiso el azar, (esa miríada de causas y efectos a la que de puro obtusos llamamos con nombre genérico) que nos encontráramos hablando cara a cara. El tiempo, siempre tan idéntico a sí mismo, engendra tiempos que en nada se parecen. Y éste que nos tocó vivir, nos sorprendió conversando afablemente. La charla, (como toda charla, única e irrepetible), fue derivando de menor a mayor. El tema, el tono, los matices, fueron condenados al olvido en el momento mismo en que ocurrieron. Solo el final persiste en mi memoria.
Al fin y al cabo -dije- esta situación es insostenible en el tiempo. O nos resignamos a consumir por año lo que el planeta puede reponer en un año, o nos preparamos para una guerra diferente, no ya por la riqueza, sino por la supervivencia.
Me miró,y, balanceando la cabeza gacha lentamente, me respondió grave y conciso :
-Habrá que ir buscando una forma económica de exterminarlos.
Como quien habla con alguien de su propio bando...
pulgar ariba.
ResponderEliminargracias y bienvenido al blog
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