Y un día el cielo se abrió.
Un rayo brillante atravesó las nubes, y, en medio de un gran estrépito algo cayó estruendósamente.
Pareció rebotar contra la tierra, rodó, dio varias vueltas y finalmente se detuvo.
Hubo comentarios de lo mas variado, especulaciones varias, la noticia se esparció como un contagio.
Ellos cerraron la zona al público, y enviaron a Aquellos a impedir el acceso a los curiosos.
El lugar fue vallado, y se cubrió al objeto con un domo gigantesco.
Los Seis Polemizantes fueron invitados a identificar el objeto.La identificación sería una tarea colectiva.
Las reglas eran simples: El objeto estaría oculto de la vista de todos;cada uno de los polemizantes, seis en total, podrían mirar al mismo desde la posición que se les asignara previamente, desde unas mirillas que permitían ver al objeto desde el frente y contrafrente, los lados, arriba y abajo. Ninguno de los polemizantes podría ver la perspectiva de otro.
El primero en entrar al domo fue el representante de Ellos, quién, luego de observarlo desde adelante, describió el objeto como plano y con dos escotillas semiesféricas. Detrás de el, el representante de Los Antiguos, eligió observar desde la derecha, y desmintiendo al primer observador, describió al objeto como liso, con seis ventanas redondas. Esta descripción fue corroborada por el representante del Puesto Mayor, desde su posición a la derecha del representante de Los Antiguos, y por el representante de La Silueta, a derecha de este último. Luego los tres acusaron al primer observador de fraudulento.
El representante de El Folio Señalado , desde arriba, describió al objeto como una tapa con tres ojos de buey, y por último, el representante de Nosotros obligado como de costumbre a observar la realidad desde abajo, solo pudo ver un cuerpo oscuro, con cuatro concavidades indefinidas, dada la casi nula visibilidad con que contaba.
Los seis polemizantes, debatieron infructuosamente tratando de definir el objeto observado. No tardaron en aparecer las denuncias de fraude de parte de Los Antiguos, multiplicadas hasta el infinito por los del Puesto mayor, y refrendadas vehementemente por los de La Silueta, acusando a Ellos de estar complotados con El Folio Señalado para impedir que se sepa la verdad, y engañando vilmente a Nosotros.
La identificación del objeto no fue posible.
En medio del escándalo, pasó por allí un anciano llamado Max Born, el que al escuchar las discusiones, y haciendo gala de una enorme sagacidad para distinguir entre la verdad y la mentira, sonrió, y dijo entre dientes: -" Lo siento Einstein, ya lo ves, Dios sí juega con la creación."
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