La piden, la exigen, la imploran, la celebran, la alaban, la venden, la protegen, la quitan, la cantan, la privan, la otorgan, la limitan, la promueven, la denuncian como faltante, la coartan, la enuncian, la maquillan, la elogian.
Pero...
Basta que alguien haga uso de Ella, para que salgan a condenar, a explicar, a juzgar, a condenar, a opinar, a lucrar, a mentir, a lamentar, a atacar, a herir, a limitar, a meditar, a mediatizar, a hablar boludeces.
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Ella me mira, me sonríe, y, ante la asombrada mirada de mi esposa me invita a ir a la playa.
Acepto y nos vamos los tres.
Y nos olvidamos por un rato del dinero, del trabajo, de las responsabilidades, de las obligaciones, de los otros.
Y despedimos el mes de marzo, barrenando olas, y yendo mas allá de la rompiente, para poder nadar en las frías aguas del otoño (aunque no tan frías como cabría esperar).
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Ella se acerca y me dice al oído : -Pobres, jamás sabrán de que se trata... y me señala un velero que avanza a la deriva. Sus ventanas tapiadas. Las velas destrozadas. No puedo verlos, pero los oigo. Discuten acaloradamente sobre la legitimidad, las motivaciones, los intereses, la necesidad, la oportunidad...
-¿Para que me invocan, si no tienen la menor idea que hacer conmigo? dice.
La invitamos a quedarse con nosotros.
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Disfrutamos ampliamente de su compañía en esta tarde soñada de otoño.
No necesitamos invocarla. Ella es la que viene en nuestra búsqueda, para hacer mas feliz nuestra vida.
A la vuelta, trato de recordar el nombre del velero.
Creo que se llamaba Galera.
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