jueves, 28 de agosto de 2014

¿Un planeta Kirchnerista?




La prestigiosa y conservadora revista Foreign Affairs, vinculada a la élite política de Estados Unidos, trae una propuesta radical para acabar con la desigualdad global entre ricos y pobres y terminar de una vez con la crisis financiera: los bancos centrales deberían dar dinero directamente a los ciudadanos, dado que las reducciones de impuestos y los planes de estímulo han beneficiado a las oligarquías poderosas pero no han hecho nada por la economía en su conjunto. Para los economistas Mark Blyth y Eric Lonergan, autores del artículo Print Less but Transfer More, Why Central Banks Should Give Money Directly to the People (Imprimir menos y transferir más ¿Por qué los bancos centrales deberían dar directamente dinero a la gente?), publicado en la edición Septiembre-Octubre de Foreing Affairs, esta medida impulsaría la demanda y aboliría el desempleo. Incluso, estimularía la inflación, lo que podría poner fin a la crisis de la deuda global.

El documento está dando que hablar en varios medios de Estados Unidos y coincide, en parte, con algunos tópicos que hemos planteado en este blog: el milagro económico de la posguerra en países como Japón dió rienda suelta a las políticas monetarias que alentaron la creación de burbujas; la crisis de Japón en los años 90 fue el inevitable resultado de políticas basadas en la tasa de interés que colapsaron con el repliegue de la inversión; el dinero barato de los bancos centrales alienta las burbujas especulativas pero no hace nada por la economía real y mientras la banca privada recibe dinero al cero por ciento de interés, cuando presta dinero lo hace al 6%, 7% u 8 por ciento como mínimo. La economía sufre un estancamiento persistente porque se han aplacado las fuerzas de la demanda agregada y la caída del consumo potencia las fuerzas recesivas en su aumento del desempleo y mayores caídas en la inversión.
Si la tesis de Blyth y Lonergan parece de locos, recordamos que hace dos años unos economistas del FMI plantearon la idea de terminar con la banca privada y dejar en pie solo a una banca pública que no cobre intereses. En la actualidad lo único que crece de manera imparable son los intereses que en plazos de 15 años consiguen "el milagro" de duplicar la deuda. Los intereses han pasado a ser un lastre nocivo de la economía y en tiempos de crisis los únicos que reciben beneficios son aquellos que practican la usura de los intereses.

Enterrar botellas llenas de dinero

Los autores recuerdan que en los años 30, en medio de la Gran Depresión, John Maynard Keynes propuso enterrar botellas llenas de billetes en antiguas minas de carbón para que una vez descubiertas (como el oro) crearan nueva riqueza y estimularan el gasto. Milton Friedman dio vuelta esta idea y sugirió la tesis de "lanzar el dinero desde un helicóptero", imagen que los economistas ortodoxos han confundido con dar dinero a los bancos, es decir, las actuales inyecciones de liquidez.
El problema es que esta liquidez no llega a la gente y permanece en la burocracia bancaria que lo entrega para apuestas en los mercados de renta variable que a su vez desatan nuevas burbujas como las que viven actualmente los mercados bursátiles. Eso no constituye ningún motivo de éxito de las políticas monetarias sino más bien da cuenta de su rotundo fracaso. Las "agresivas" acciones de los bancos centrales de mantener en terrenos históricamente bajos las tasas de interés no ha estimulado la inversión privada como reza el modelo IS-LM. Por eso estas políticas solo han alimentado un ciclo dañino de auges y caídas con el desastroso resultado de distorsionar los precios de los activos y provocar el mayor empeoramiento en la desigualdad social.

Dinero para impulsar el consumo

Las transferencias de dinero a sectores más propensos a consumir pondrían en marcha a la economía dado que se impulsaría la demanda agregada. Hasta el momento, las transferencias han sido a sectores más propensos a la especulación que al consumo, y ahí está el grave problema. La especulación con los actuales instrumentos financieros ha sido un juego de ganar-ganar para los apostadores, dado que apenas se ven en dificultades corren a pedir socorro a los gobiernos que no dudan en rescatarlos con fondos públicos, como ha sido la tónica desde el estallido de la crisis en 2008, elevando los niveles de deuda pública con cargo a todos los ciudadanos.
Para los autores del documento que publica Foreing Affairs, los gobiernos han hecho mal con tratar de impulsar la economía desde las partes superiores, de ahí el fracaso global. Para hacer bien las cosas, los gobiernos deben impulsar la economía desde abajo. Lo que hemos visto tras seis años de crisis confirma que la "teoria del chorreo" planteada por los economistas neoliberales, no es más que un mito burdo y ramplón. Se ha pensado que "estimulando desde arriba" (como se ha hecho con la banca y las grandes empresas rescatadas), la economía recuperaría su cauce normal gracias a las propias "fuerzas del mercado". Nada más erróneo: los "mercados" se encuentran en poder de oligopolios que controlan todo el sistema. Recordemos a la élite corporativa que controla el mundo. Los principales beneficiados de los planes de estímulo o rebajas de impuestos es esta pequeña oligarquía.
Por eso que en lugar de despilfarrar el dinero entregándole cientos de miles de millones a la banca, los bancos centrales deben entregarlo directamente a los consumidores, que son los que gastarán el dinero e impulsarán el flujo comercial. Para los autores, el objetivo sería el 80 por ciento de los hogares más pobres en término de ingresos, con lo que además se ayudaría a compensar la creciente desigualdad de ingresos.

Sin miedo a la inflación

Uno de los puntos que inquieta a quienes se oponen a la idea es el caracter inflacionario que esta medida supone. Sin embargo, en momentos en que arrecia la deflación, y cuando las presiones inflacionarias van por el lado de los productos energéticos, una inflación moderada del 5% o 7% puede incluso ayudar a mejorar el tema de la deuda que en seis años de crisis se ha reproducido. Una inflación moderada haría retroceder la deuda y permitiría mejorar la distribución del ingreso.
En las últimas tres décadas, el salario del 40 por ciento de la fuerza de trabajo en los países desarrollados se ha estancado, mientras que los más ricos han visto cómo sus ingresos se disparan. Se estima que el 5 por ciento más rico posee el 40 por ciento de la riqueza total, en una tendencia que no deja de ampliar la brecha entre ricos y pobres.
¿Por qué los bancos centrales no han hecho esto antes? Para los autores, esto es por un accidente de la historia: los bancos centrales no fueron diseñados para gestionar el gasto, sino para llevar a cabo algunas funciones básicas como emitir moneda, proporcionar liquidez al mercado de deuda pública y mitigar los pánicos bancarios. Las operaciones de mercado abierto, con la compra y venta de bonos del gobierno, fue la principal función de los bancos centrales, que proporcionaba liquidez y determinaba la tasa de interés en los mercados de dinero. La flexibilización cuantitativa fue la última invención de los bancos centrales que ayudó a estabilizar los mercados tras la crisis iniciada en 2008. Pero el costo ha sido demasiado alto para los magros resultados que alcanzó: crecimiento estancado, desempleo por las nubes y la deuda en máximos históricos.